¿Recursos humanos o gestión del talento humano? Es la pregunta del momento. No hay blog, no hay artículo, no hay debate del sector en el que no se plantee esta cuestión con más o menos razones en favor de una u otra opción. Personalmente creo que el uno no podría existir sin el otro, pero es cierto que la diferencia en la actualidad es tan notable que sólo con escuchar a un profesional emplear una expresión u otra, ya vislumbras hacia dónde puede ir el resto de la conversación.
Para entender el origen de esta diferencia quizá tendríamos que remontarnos a hace unos años en el panorama empresarial español, no muchos más de ocho o diez. Bajo el prisma del tiempo se puede decir que hasta ayer mismo la visión del profesional español con respecto al Departamento de RRHH era meramente administrativa, a saber, eran quienes nos contrataban, quienes nos emitían las nóminas, quienes nos concedían las vacaciones, quienes nos gestionaban las bajas médicas y oh sí, por supuesto, quienes nos despedían.
Esa visión tan específica, tan definida, quedó marcada por generaciones y generaciones de profesionales que nunca se llegaron a plantear otra opción porque el horizonte profesional estaba tan bloqueado como el futuro empresarial de las PYMES. Y me refiero a las PYMES porque, si bien aún son muy nóveles en lo que a gestión del talento humano se refiere en comparación a otros países, las grandes multinacionales españolas están a años luz del resto de las empresas “mortales”, en las cuales casi nadie se planteaba salir de una empresa para crecer profesionalmente en otra. Las carreras profesionales eran carreras de fondo, uno empezaba de aprendiz y poco a poco iba subiendo peldaños dentro de la empresa (empresas familiares generalmente) hasta llegar a un tope. Y cuando llegaba a ese tope el personal era feliz y se sentía realizado porque profesionalmente había tocado techo. ¿Qué más se podía pedir? ¡Uno se merecía una jubilación en condiciones por una larga y exitosa carrera profesional dentro de la empresa en la que había trabajado toda su vida!
Por suerte la vida evoluciona y lo hace en todas sus facetas. De la mano de esta evolución llegó internet y con esta increíble herramienta de opciones infinitas surgió la globalización que, a su vez, trajo consigo una pléitora de posibilidades en forma de nuevos horizontes y en consecuencia la necesidad de hacerse preguntas (bastante incómodas en muchos momentos) y de plantearse nuevos retos en todos y cada uno de los ámbitos de la empresa con respecto a cómo se conocían hasta entonces.
Estamos en un momento de la historia en el que a través de un pantallazo de internet podemos acceder a decenas de opciones profesionales en cualquier punto del planeta y con un sólo “click” del ratón podemos aplicar por cualquiera de ellas. De forma extensible al ámbito empresarial, todas las empresas que no tienen la capacidad de aparecer en ese pantallazo, no existen. Como cada vez es más importante tener presencia en más de un país para adquirir una mínima visibilidad de cara a un cliente que se torna más y más internacional con el paso del tiempo y la apertura de los mercados. Eso es un hecho.
La posibilidad de recibir formación profesional internacional aumenta día a día, más o menos a la misma velocidad que las capacidades y competencias de las personas se multiplican y evolucionan para tratar de adaptarse a una realidad que cambia constantemente, prácticamente de un instante para otro. Lo que ahora vale, lo que ahora es novedad, mañana será olvidado o habrá quedado obsoleto.
Ante esta nueva realidad en la que el talento humano es más activo y tiene más opciones que nunca, las empresas tienen que empezar a entender que ya no vale sólo con administrar unos recursos humanos, si no que hay innovar para ser atractivos profesionalmente de forma que atraigamos a ese talento humano que nos puede llegar desde cualquier punto del planeta y que será la llave del futuro de la organización. Y además no sólo tendrán que aprender a atraerlo, también tendrán que aprender a gestionarlo para retenerlo, pues en la medida en la que las personas que conforman nuestra organización crezcan, así crecerá la empresa.
Sólo hay que darse cuenta de cómo ha evolucionado algo tan básico como es la selección dentro de las empresas para entender en qué punto de la carrera empresarial estamos. Lo que antes era selección por currículos y formación, ahora es por competencias. Lo que antes era por entrevistas directas, ahora es por dinámicas de grupo. Y podemos decir lo mismo de la retribución a los profesionales. El contrato que antes se cerraba con una buena seguridad económica, ahora es más fácil que se cierre con una justa base salarial, pero que esté acompañada de un acuerdo de conciliación personal/laboral o de un buen proyecto de futuro en forma de carrera profesional con posibles retos internacionales. Dentro de éste último punto las asignaciones internacionales son una oportunidad muy atractiva para las jóvenes promesas que llegan pisando fuerte y que, con un buen programa de expatriación que les motive y les ayude a crecer, podrían llegar a convertirse en eslabones básicos sobre los que cimentar cualquier proyecto empresarial.
Pero para eso pase las organizaciones tienen que sacudirse el miedo a perder. El miedo a formar y a invertir en la gestión del talento de un gran profesional pensando que quizá el día de mañana hayamos formado a una persona que ayude a crecer a un competidor directo.
Os contaré un secreto: si estáis seguros de que vuestra gestión del talento es la adecuada, ese miedo disminuirá en forma directamente proporcional a la apuesta que hagáis por las personas que componen vuestras plantillas. Y sí, como en toda apuesta se podría llegar a perder. Por supuesto que cabe esa posibilidad. Pero pensad que por cada diez profesionales por los que apostéis, bien valdrá la pena perder uno o dos por mantener a ocho que rindan como un equipo de remo. Ademas, ¿quién dice que con la gestión adecuada, vosotros no lleguéis a atraer también al mejor talento de otros competidores directos?
La carrera ya ha comenzado, ahora bien ¿estáis dispuestos a competir?