Todos los que conocen a una o varias personas que son o han sido expatriados tienden a pensar en la parte melancólica de su vida: ¿Cuántos países habrán conocido?, ¿cuántas culturas?, ¿cuántos amigos tendrán?, ¿cuántas experiencias habrán vivido?…
Sólo quienes han sido expatriados o participamos en el día a día de una asignación internacional desde dentro, entendemos la verdadera realidad de la situación por la que pasan todas aquellas personas que por un motivo personal, o laboral, tienen la oportunidad de cambiar de país una o varias veces y esa realidad pasa por experiencias increíbles y que les aportan valores realmente positivos que les harán crecer exponencialmente personal y profesionalmente, pero también pasa por etapas de miedos, de dudas, por problemas de adaptación y por la sensación de vivir en una incertidumbre casi constante porque su vida es momento a momento, sin pararse mucho a pensar dónde podrán estar el día de mañana.
Tras muchos años de experiencia y todas las conversaciones que he tenido la oportunidad de compartir con cientos de expatriados, al final he llegado a la conclusión de que todos ellos comparten una misma forma de sentir y es a partir de esas conversaciones que he podido entender su punto de vista y descubrir dónde están los aparentes puntos débiles en la Movilidad Internacional.
Al final no es nada que no nos imaginemos si nos paramos unos minutos a pensar sobre ello. La vida de un expatriado es una vida itinerante, carente de la seguridad y estabilidad que da el profundo conocimiento que tenemos de nuestro entorno aquellas personas que nos mantenemos en nuestro país de origen. Tampoco tiene la tranquilidad de saber que nuestra familia y nuestros seres queridos están cerca y son un punto fundamental de apoyo en momentos difíciles o momentos de alegría que queremos compartir con ellos. Y por supuesto, tampoco tiene la calma que resulta de saber que prácticamente lo tenemos todo bajo control, tanto para nosotros mismos, como para nuestro núcleo familiar en temas tan serios como la legalidad en la residencia, o la fiscalidad, o…
Hay que ser muy conscientes de que todas estas ventajas no las da una excelente remuneración, ni si quiera el agarrarse a todas las promesas de un futuro mejor. Al menos no en el presente, pues no me cabe la menor duda de que todas las personas que son valientes para dar el “sí, quiero” a una vida de asignaciones internacionales tienen en mente la oportunidad de un futuro mejor, tanto para ellos, como para sus seres queridos. Y es sólo cuando se es consciente de todo esto, cuando un profesional de la Movilidad Internacional se da cuenta de la complejidad y la importancia de la labor que tiene entre manos.
Personalmente tengo la suerte de poder contar con muchos amigos en la actualidad que fueron clientes hace años y gracias a ellos he aprendido lo mucho que se puede aportar a la vida de éstas personas y lo mucho que te pueden aportar ellos a ti. Me doy cuenta de que si se es capaz de visualizar éstos puntos débiles y minimizarlos, se puede cambiar la vida de las personas para mejor y marcar un hito en su aventura profesional.
La buena gestión de una asignación internacional puede ser la diferencia entre un expatriado que disfruta de su oportunidad y vive la experiencia con plenitud, o un excelente profesional que se pierde por el camino y que será difícil de recuperar porque habrá perdido fuerza, motivación y seguridad en sí mismo. Algo tan sencillo como planificar de forma personalizada cada caso, como dar una buena formación intercultural que se trabaje de la mano con sesiones de coaching para aportar al expatriado las herramientas necesarias para enfrentarse a los momentos difíciles de su viaje o como guiar al cliente durante toda su asignación en un determinado país, son algunas de las claves para poder paliar los puntos débiles de la Movilidad Internacional en cualquier caso.
Pero para poder hacerlo hay que entender la asignación internacional como la suma de decenas de factores a tener en cuenta por cada persona y a partir de aquí diseñar la estrategia a seguir, siempre, eso sí, con la flexibilidad necesaria para poder adecuarla a cada giro inesperado en el camino. Y es éste, y no otro, el principal valor que puede aportar a la experiencia de un expatriado una empresa especializada en Movilidad Internacional y un profesional del sector que tiene la experiencia y las capacidades adecuadas para ello.